Columna del Alcalde

Una lección milenaria

Cuando se cumplen 300 años del primer contacto de nuestro pueblo rapa nui con occidente, una efeméride que es recordada por el mundo entero como el Descubrimiento de Isla de Pascua de parte del navegante holandés Jacob Roggeveen, es tiempo de mirar hacia nuestro pasado y seguir recibiendo y valorando la sabiduría milenaria de nuestros ancestros, la base para erigir nuestro presente.

Como primera nación hemos dado pasos históricos en la gran tarea de construir una sociedad que involucre a todos sus hijos, todos por igual, hombres, mujeres, niños y ancianos, que condensan esa sabiduría, otorgándonos identidad, dignidad y fortaleza. Y ahora, en tiempos de pandemia, seguimos aprendiendo, seguimos demostrando que podemos ser autónomos en nuestras decisiones, sin que eso signifique desconocer o alejarnos de nuestro país protector.

Es tiempo de dejar el egoísmo, de dejar atrás los miedos, es tiempo de dejar la política partidista, la aritmética, la política de cálculo, que la estamos escuchando desde hace más de treinta años. Es tiempo, por tanto, de adoptar la política social, la política del alma, la política de la filosofía, de la cosmología, la política del entendimiento con la naturaleza, pues la naturaleza habla a través de sus naciones primeras. Por ello, desde hace 300 años nuestra naturaleza habla de un pueblo originario que no ceja, que mantiene su cultura viva, que protege su patrimonio, con una sociedad muy altruista que hace tres siglos enfrentó las ansias de expansión con herramientas culturales que nos mantienen unidos hasta hoy.

En esta tarea todos somos importantes. Debemos, por tanto, seguir construyendo el camino hacia esa Autonomía con una discusión generosa, con una moral alta, con una mayoría que quiere la paz, que busca dejar de lado el egoísmo, con equidad y justicia, lo que nos llena de esperanzas para lo que viene, trabajar para que Rapa Nui siga siendo tan altivo y a la vez tan humilde como lo fueron nuestros antepasados hace ya 300 años, que lograron dar vida a un lugar paradisiaco, geográficamente alejado de todos, perdido en medio del mar, pero factible de convertirlo en un vergel, como lo adelantó el navegante Roggeveen, trabajando en paz, unidos, con altura de miras y teniendo como único norte el desarrollo sostenible de Rapa Nui.